miércoles, 30 de diciembre de 2009

Pido perdón y me arrepiento

La finalidad de esta entrada es perdir perdón a todas aquellas personas creyentes que hayan podido sentirse ofendidas por la soberbia del título y/o el contenido de este blog, puesto que cada persona puede tener creencias distintas a las mías, y aunque pudiera verse justificado el título y el contenido del blog por mis dudas en torno a lo que ha venido estableciéndose como creencias oficiales, respaldadas por instituciones y asociaciones múltiples y diversas, lo que quiero decir es que con este blog no pretendo hacer más valederas mis creencias que las de los demás, lo único que pretendía es intentar aclarar las contradicciones y confusiones que todas estas creencias que circulan por el gran mundo al cual pertenece la pequeña ciudad en la que habito me suscitan.

Somos millones de personas y yo sólo soy una más de ellas. Una parte de mí se arrepiente de haber tratado este tema en clave de humor, porque quizá no debería hablar del tema sin tener el apoyo de otras personas más valederas que yo para hablar y escribir sobre este tema; la parte de mí que no se arrepiente es aquélla que sigue buscando respuestas a estas grandes dudas que me suscitan todos estos temas sobre el origen de la humanidad.

A mí me gustaría que fuésemos capaces de ponernos de acuerdo sobre lo que queremos y esperamos de Dios, pero tampoco sé si Dios quiere esto de mí, Él nos dio la vida a nosotros, a el llamado "homo sapiens" y a toda la naturaleza que nos rodea. Quizá fue Él mismo el que puso a nuestro alcance los primeros utensilios y nuestros primeros hogares, quién sabe si no fue Él mismo el que construyó nuestras primeras casas, en forma de cuevas, murallas o casas.

Mi palabra no tiene ningún valor, puesto que no soy capaz de hacer que sea cierta cada cosa que digo. Soy una persona que un día dice que va a hacer algo, y al día siguiente contradigo mi propia palabra ejecutando una acción contraria a lo que dije, por eso me considero un humano que yerra, y quizá demasiado. Procuro ser buena persona y tratar a los que me rodean con aquello que entiendo por bondad, pero no sé si aquéllos que reciben mis haceres opinan lo mismo.

Me gustaría poder desentrañar qué misterios de los que hay establecidos en nuestras leyendas, en nuestros cuentos, en nuestros libros de enseñanza tienen algo de verdad o corrección, y cuáles contienen y cuánta incorrección. Pero para acercarme a conseguir esta tarea necesitaría, o necesito si fuera posible, contar con especialistas de todo tipo; necesitaría gente que trabajara conmigo en desentrañar el misterio de los dinosaurios (saber si es correcto que existieron y cuándo o si no es correcto y son montajes humanos de diversos huesos de diversos animales que se encontraron cerca unos de otros, lo cual significaría que los animales son más amigos unos de otros de lo que ciertos libros nos muestran o pretenden enseñarnos); necesitaría especialistas en historia universal dispuestos a revelar si los aztecas hacían ritos canívales realmente o si esa fue la teoría que acuñaron los que con ellos se encontraron en un determinado momento de la historia porque sus ritos fúnebres son distintos de los que estos segundos grupos practicaban; necesitaría especialistas en estudiar el origen de las enfermedades y de si éstas son producto de los experimentos de nuestros antepasados y nuestros contemporáneos con nuestros propio material genético y proteico; necesitaría, en general, que todos nos pusiéramos de acuerdo en poner en duda la palabra del ser humano primeramente.

No sé si esta tarea es posible, no sé si la gente está dispuesta a ello, pero es lo que me gustaría, pero ante todo lo primero que tendríamos que cuestionarnos es si Dios quiere que hagamos esto o que simplemente nos dediquemos a mejorar este mundo.